Homero y los reinos del mar by Ferrer_ JosA©

Homero y los reinos del mar by Ferrer_ JosA©

autor:Ferrer_ JosA© [Desconocido]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: prose_history
ISBN: 9788492688708
editor: papyrefb2tdk6czd.onion


38

ACACIO y Kosmo aguardaban algo ansiosos cuando me reuní con ellos en el atrio porticado del templo. Mis amigos, cómplices en la inocencia y correrías de la juventud, estaban donde yo deseaba encontrarlos y en el momento preciso.

—¿Te referías a esto cuando Hablabas de graves acontecimientos en el futuro? —me interrogó Kosmo enseguida—. ¿Por tal causa querías que viniésemos a vivir al bosque de Qrimé, bien cerca del templo?

Asentí antes de estrecharlos a ambos en un abrazo que en verdad estaba deseando ofrecerles.

—Pero los soldados del rey los detendrán. Zosimo siempre ha derrotado a sus enemigos —dijo Kosmo en cuanto me hube separado de él.

—En eso no estamos muy de acuerdo —se opuso Acacio—. ¿Sabes tú algo al respecto, Adhnes? ¿Puedes aclararnos si lo que hay en el futuro es la guerra de incierto resultado o la segura y completa aniquilación?

Los había llamado para decirles la verdad, y de mi boca salió inmediatamente.

—Personas muy instruidas y muy versadas como el extranjero Talos y la sacerdotisa Doreias han considerado cada uno de los pormenores en este triste suceso. Coinciden plenamente en su juicio. Las islas serán conquistadas y nuestro pueblo desaparecerá. Quienes no mueran serán convertidos en esclavos y padecerán servidumbre y humillación para siempre, hasta que nadie recuerde el nombre de los ionioy y no quede memoria de que en estas islas vivió una vez un pueblo pacífico gobernado por un rey codicioso que no supo escuchar las señas del destino.

Kosmo soltó una risotada. No era nada extraño en él, ni me pareció fuera de lógica o falta de respeto que, bajo las circunstancias del encuentro y tras mi severo anuncio, reaccionara de la manera descrita. Kosmo era así y aquella su naturaleza. Por siempre lo tuve como amigo porque la amistad hace entrañable lo que en otras personas puede parecemos estrafalario.

—Los dioses se apiaden de mí —reía sin poder contenerse—. Qué manera de hablar, qué ceremonia y qué flato. ¿Es así como te enseñan a expresarte las mujeres de ahí dentro? Oh, amado Adhnes, siempre fuiste inclinado a la enjundiosa oratoria, pero veo que las sacerdotisas han conseguido refinarte más aún. Hablas como un pontífice, como un servidor de palacio que informase al rey sobre la recaudación de tributos. Hasta el poeta ciego, nuestro querido Homero, se enorgullecería de tu impecable recitación.

De súbito mudó Kosmo el tono de su discurso, cosa que tanto me extrañó a mí como a Acacio. No perdió la sonrisa pero hablaba con una determinación y coraje inaplicado que se dijera mordía cada palabra, escupiéndola contra nuestros enemigos, arrojándola como de buena gana habría lanzado flechas, lanzas, piedras o lo que mejor tuviese a mano contra ellos.

—¿Qué hay de funesto en todo este barullo? La guerra siempre ha existido y siempre existirá, bien enseñado nos lo tiene el que camina en lo oscuro. Unos pueblos vencen y otros sufren la derrota. Unos sobreviven y otros se extinguen. Si ha llegado el momento de perecer, gracias doy a los dioses por los días que he vivido



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